El payaso de las bofetadas
Lo
sustantivo del español es la locura y la derrota… y Don Quijote está loco, y
vencido…, desterrado además…
Y con unos sueños monstruosos…
-Pero Don quijote… ¿está loco y vencido?
¿No es un héroe?
¿No es un poeta prometeico?
¿No es un redentor?
-¡Silencio! ¿Quién ha dicho que sea un
redentor?
Está loco y vencido y por ahora es u clown… Un payaso…
Claro que todos los redentores del mundo
han sido locos y derrotados.
…Y payasos
antes de convertirse en dioses. También Cristo fue un payaso… Los que le
abofetearon siempre… Los grandes empresarios eclesiásticos que han vivido de la
divina resistencia de Jesús para las bofetadas ahora quieren hacerle Rey… Rey
de verdad, con cetro de oro, duro y de verdad… Ya le han explotado bastante
como clown, como Rey de pantomima, con su cetro de caña de escoba y su corona
de sarmientos… Ahora quieren explotarlo
como tirano y dictador ejecutivo…
Un día bendecirá el Papa la bomba atómica
y se la pondrá en la mano al niño Jesús en lugar de la esfera y la cruz… con
esta leyenda debajo: “Ojo… ¡el que se mueva!... Viva Cristo Rey.”
Y otro día los dictadores del planeta harán
lo mismo con Don Quijote. Si ven los falangistas españoles un buen negocio y un
buen artificio para enmascarase volverán a levantar el brazo y con el mismo
gesto criminal saludarán al caballero: “viva Don Quijote emperador.”
Pero Don Quijote es más que un clown. El
gran payaso ibérico de las bofetadas. También la prueba grotesca y funambulica
es española. Don Quijote es el clown por antonomasia.
Diré como nació. Cuando Cervantes tenía 57
años… el mundo se moría de tedio. Los antiguos héroes no hacían más que relatar
vanidosamente las viejas hazañas clásicas que todos se sabían de memoria y que
a nadie divertían ya. Hubo que echarlos de la escena como a los cómicos malos e
inventar un espectáculo nuevo. Entonces es cuando nace la farsa. Cuando el
héroe se hace clown y la hazaña pantomima. Cuando aparece Don Quijote y entra España
en la Historia. Llegan los dos con el célebre truco de la “justicia”, que todos
conocéis. Y el mundo se puso de fiesta. Hubo risas para todos.
El primero que se rie de Don Quijote es
Cervantes. Cuantas veces, en los primeros capítulos, la carcajada incorregible
le hace parar la escritura, ¡Ja! ¡Ja! ¡Ja!
El primero que se ríe de España es Dios.
Nuestro Dios: ese Dios ibérico a quien yo veo aun creándonos y deteniendo sus
dedos temblorosos en la arcilla tierna que ya se modelaba como una pirueta
divertida al conjuro tan solo de la palabra justicia. ¡Ja! ¡Ja! ¡Ja!
Después te
reíste tú, y me reí yo,
Se rieron
los del Norte…
Y se rieron
los del Sur…,
Se rieron
los americanos
Y los viejos
mediterráneos…
Se rieron
todos… Todos.
Los pueblos
y los siglos,
Las piedras
y los astros,
Los piojos y
los dioses.
Yo oigo aun la risa de los hombres de hace
400 años, cuando las piedras primeras cayeron sobre las espaldas del payaso
manchego, en las aventuras de los galeotes… y las de los hombres de hace unos
días nada más ¡de los de de hoy mismos!...
y cuando en Barcelona las toneladas de trilita cayeron sobre los nietos
indefensos de este pobre payaso… que es el hombre más valiente y más legítimo
que ha nacido en este planeta podido y abominable…
Sobre este gran inventor de la justicia.
Y QUE ES LA JUSTICIA
Los
personajes se escapan de los libros y van a buscar al autor.
El clown se escapa de la pista y va a
buscar al empresario; el hombre se escapa de la vida y va a buscar a los dioses.
Porque hay un momento en que es preciso determinar bien nuestra posición en el
mundo, como el marinero en el mar, y conocer a donde vamos. Tal vez nos hemos
perdido. Sabemos que los dioses duermen. Que a veces es necesario despertarles…
y blasfemar si no responden.
Porque esto no puede ser eterno. Y hay
que preguntar una vez… El clown, el
hombre, tiene que preguntar una vez: Esta pantomima sangrienta y desgarrada,
este truco monstruoso y despiadado que está aquí y ahora en la picota del
escarnio… ¿Para qué? ¿Qué significa? ¿A dónde vamos? ¿Adónde nos lleva todo
esto? ¿A la justicia? Pero ¿Qué es la
justicia? ¿Existe la justicia? Si no existe ¿Par que está aquí Don Quijote? Y
si existe ¿La justicia es esto? ¿Un truco de pista? ¿Un número de circo? ¿Un
pin pan pun de feria? ¿Un vocablo perfecto para distraer a los hombres y a los
dioses? Respondedme… Respondedme. Que me conteste
alguien… ¿Qué es la justicia? Silencio… Silencio. ¡Otra vez silencio!
Una última pregunta: ¿No hay estrellas
lejanas? ¿El hombre no camina más allá de sus gusanos? Yo me como a la gallina,
y mi carne es la vianda del gusano? ¿La justicia no es más que este mecanismo?
¿No es más que este engranaje de noria? ¿Voracidad. Voracidad organizada en una
cadena sinfín? ¿Un puesto fijo en este carrusel de mandíbulas abiertas?... ¿Qué
es la justicia? … ¿Nadie responde? ¿Ni una voz? ¿Ni un signo? ¿Qué es la
justicia?
Cuando Don Quijote pronunció por primera
vez la palabra justicia en el campo de Montiel… sonó en la llanura manchega una
carcajada estrepitosa que ha venido rodando de siglo en siglo por la tierra,
por el mar y por el viento hasta clavarse en la garganta de todos los hombres
con una mueca cínica y metálica. ¡Ja, ja, ja! ¡Reíos!... ¡Reíos todos! Que la
justicia no es más que una risa grotesca. ¡Ja, ja, ja!
Pero el payaso se yergue y se vuelve
contra el empresario, contra los hombres y los dioses gritando: ¡Basta!
¡Basta ya! ¡Basta de risas!
¡Que no se ria nadie! ¡Que no se ría
nadie! Mi sangre de clown vale tanto como la sangre de todos los cristos. ¡Yo
no soy un payaso! ¡Yo soy Prometeo! Vengo de casta de los viejos redentores del
mundo, y he dado mi sangre no para hacer reír a los hombres y a los dioses sino
para fecundar el yermo.
¿Entendéis ahora? Don Quijote es el poeta
prometeico que se escapa de la su crónica y entra en la Historia hecho símbolo
y carne, vestido de payaso y gritando por todos los caminos: ¡Justicia!
¡Justicia!... Solo la risa del mundo, abierta y rota como un trueno, le
responde.
¡Oh, paradoja monstruosa! Todas las voces
de la Tierra, zumbando en coro, haciendo rueda en los oídos de ese pobre
payaso, del gran defensor de la justicia, con este estribillo de matraca:
¡No hay justicia!... ¡No hay justicia… no
hay justicia!... ¡Ja, ja, ja!
Yo no sé si esta es la hora de hablar de
dioses… pero el momento actual de la Historia es tan dramático, el sarcasmo tan
grande, la broma tan sangrienta… y el hombre tan vil… que el Poeta prometeico…
el payaso de las bofetadas… se yergue… rompe sus andrajos grotescos de farándula,
se escapa de la pista, se mete por la puerta falsa de la gran asamblea donde
los raposos y los mercaderes del Mundo dirigen los destinos del hombre… y pide
la palabra.
León Felipe
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