jueves, 24 de marzo de 2011

La necesaria lectura del Baúl de los recuerdos

 La necesaria lectura del Baúl de los recuerdos

Como nos podemos poner de acuerdo todas las fuerzas sociales para, de una vez por todas, emprender la lucha definitiva por las conquistas sociales y poner fin al estado de  injusticias que padecemos.
     Para ello hay, primero, que reflexionar y de todas las reflexiones que hagamos llegar a la conclusión o conclusiones, si en que nos hacen falta más de una, para tener claro y estar de acuerdo en fijar los objetivos a alcanzar. No hace falta lupa, para ver y conocer, perfectamente, el panorama que se extiende delante de nosotros, panorama que sin duda, va a ir  empeorando más y más a medida que sigamos sin hacer nada por buscarle soluciones. 
Recientemente sacado y desempolvado del Baúl de los Recuerdos:
     Rusia posee la más rígida censura política del mundo civilizado
El primer encuentro con el censor fue cuando presenté un reportaje de noticias sobre mi viaje a Leningrado en el cual incluía la frase siguiente: “Los Finlandeses están luchando duramente por Viipuri, la cual antes de 1939, era la segunda ciudad finesa”  El censor borró las palabras escritas en mayúsculas; sinembargo esta frase no contenía información militar alguna, nada que no estuviese en cualquier geografía infantil.
     Los corresponsales extranjeros me explicaron el porqué de este corte en mi artículo. Cuando la U.R.R.S. pide territorio, ningún periódico moscovita puede mencionar el hecho de que este territorio haya pertenecido alguna vez a otra nación. Por ejemplo los estados Bálticos, Estonia, Letonia, Lituania forman ahora parte de la U.R.R.S. y ninguna insinuación puede ser cablegrafiada desde Moscú diciendo que estos Estados habían sido siempre Repúblicas independientes.
     No se puede discutir con los censores, ni exponerles las razones que uno tenga, y ellos tampoco le darán a usted las suyas cuando le devuelvan su cable mutilado: Sus respuestas son, invariablemente, las mismas: No podemos discutir esto con usted. Así ha sido decidido.
     Naturalmente, la censura excluye todo lo que puede dar al mundo exterior una impresión desfavorable sobre sobre las condiciones internas de Rusia. Un corresponsal no puede decir la cuantía de la ración mensual de pan y carne, fijada para cada individuo; ni puede decir quiénes son las clases favorecidas que obtienen raciones especiales. Tampoco puede decir al extranjero el débil alcance del racionamiento, los precios de los artículos vitales comprados en el mercado libre, que se han elevado extremadamente sobrepasando todo lo soñado en el mercado negro americano.
     Así mismo, las autoridades ocultan cuantos centenares de miles de persinas murieron de hambre durante el sitio de Leningrado.
     El resultado de todo esto es que el mundo tiene un conocimiento superfluo de los sacrificios que el pueblo ruso está realizando.
     Un empleado de poca importancia del despacho del censor, puede borrar, conscientemente, un gran párrafo de un artículo escrito por un corresponsal experimentado, explicando que lo ha encontrado “sin interés” o que lo considera “sin importancia”.
Los corresponsales no se preguntarían de las rigurosas condiciones de la vida en Rusia si no fueran tratados como espías tolerados, cortados de todo contacto humano real de un pueblo que ellos admiran reunidos en manadas de la institucionalizada vida del Hotel Metrópoli, hablando solamente entre ellos o con la reducida colonia diplomática, leyendo únicamente la controlada prensa rusa y, además, teniendo su trabajo cotidiano trastornado por la rígida censura que frecuentemente está en manos de hombres mediocres.
     Aunque los corresponsales no pueden visitar los frentes de batalla, son llevados, en ocasiones, a visitar las ciudades recientemente liberadas, o a los cuarteles generales de la retaguardia.
     Van siempre escoltados por un asistente censor, uno de los deberes es el de verificar todo cuanto ocurra. Si el censor permite ver o decir algo durante el viaje los corresponsales no están autorizados a publicarlo. Aún en artículos rutinarios trasmitidos desde Moscú, los censores subrayan con lápiz azul todo lo que haya aparecido en la prensa rusa, de aquí que no haya cosas tales como noticias sensacionales o artículos exclusivos. Un corresponsal puede estar trabajando durante semanas enteras, cosechando informaciones para un articulo, para que al final se lo rechacen, únicamente, porque no ha aparecido en Pravda. En Rusia se ve la actitud independiente de los corresponsales como algo lindante con el espionaje.

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