Se dice que es necesaria la dictadura para organizar la lucha contra las resistencias burguesas. ¿Por qué? La revolución puede ser considerada como en dos grandes periodos: el que antecede al derrumbamiento del poder político de la burguesía y el periodo posterior. Mientras el poder gubernamental burgués no haya sido derribado, toda dictadura proletaria es imposible; existe solamente, todavía, la dictadura burguesa. Vencido el gobierno burgués, que constituye la resistencia armada de la clase capitalista, queda implícitamente derrotada y desarmada también ésta. Los distintos centros revolucionarios se federarán, estarán en continuo contacto para la reciproca ayuda, según un tipo de organización federalista completamente opuesta a la dictatorial. Esto evitará el grave inconveniente que se presentó durante la revolución francesa, y parece que también en Rusia, de que con las mejores intenciones del mundo el gobierno central dicte órdenes contrarias al espíritu dominante en esta o aquella región, en contraste con los intereses colectivos legítimos de ciertas poblaciones lejanas o de categorías obreras menos favorecidas, etc. Se dice que la dictadura seria la dictadura de una “élite”, pero la dictadura actual de la burguesía ¿no es también la dictadura de una “élite”? Justísimo, pero la revolución no puede sustituir una “élite” por otra, sino abolirla todas. Esto explica también el lenguaje de los socialistas autoritarios y dictatoriales cuando acusan de demagogia democrática y pequeño-burguesa a la viva preocupación de los anarquistas por defender la libertad. Sin embargo nosotros compartimos enteramente su hostilidad hacia la democracia burguesa y pequeño-burguesa; y así en nuestra aversión, nos mostramos más coherentes que esos socialistas no aceptando servirnos de las instituciones parlamentarias y administrativas burguesas para nuestras luchas revolucionarias. La Rusia revolucionaria fue obra mucho más de la libre acción popular que del gobierno bolchevique. La fuerzas obreras y campesinas, aprovechándose, especialmente durante el primer año, de la debilidad de los diversos gobiernos que se sucedieron en el poder, rompieron, pedazo a pedazo, el antiguo régimen trastornando todos los valores sociales, iniciando en vasta escala de expropiación, echando las bases de las nuevas instituciones de producción y de organización, que después el gobierno bolchevique redujo bajo su férreo dominio militarista y dictatorial. Es la libertad, no la dictadura, la que libró a Rusia del zarismo y mantuvo la revolución. La dictadura recogió los frutos simplemente. Aun más: los dispersó y despilfarró. La revolución libertará de su estrecha cárcel al espíritu de libertad y una vez libre se convertirá en gigante, como el genio de la fábula que un incauto dejó escapar del vaso en que estaba encerrado por la magia. Volver a echarle mano, volver a empequeñecerlo a encerrarlo y a encadenarlo será imposible, aun para esos mismos que contribuyeron a encadenarlo. Especialmente en los países latinos, donde la tendencias anarquistas y rebeldes están tan desarrolladas, donde los anarquistas propiamente dichos tienen como fuerza pública y social una influencia que la revolución de seguro aumentará enormemente, se necesitará, para llegar a constituir un gobierno fuerte, una dictadura como la que figura en el programa bolchevique, o para intentarlo solamente, esfuerzos de tal magnitud que consumirían y agotarían las mejores energías anarquistas y revolucionarias. Sería una perdida que no tendría compensación. Serian esfuerzos, sacrificios, tiempo y tal vez mucha sangre sustraídos del trabajo libre y tanto más vital de una verdadera reconstrucción de la sociedad humana.
Se dice que es necesaria la dictadura para organizar la lucha contra las resistencias burguesas. ¿Por qué? La revolución puede ser considerada como en dos grandes periodos: el que antecede al derrumbamiento del poder político de la burguesía y el periodo posterior. Mientras el poder gubernamental burgués no haya sido derribado, toda dictadura proletaria es imposible; existe solamente, todavía, la dictadura burguesa. Vencido el gobierno burgués, que constituye la resistencia armada de la clase capitalista, queda implícitamente derrotada y desarmada también ésta. Los distintos centros revolucionarios se federarán, estarán en continuo contacto para la reciproca ayuda, según un tipo de organización federalista completamente opuesta a la dictatorial. Esto evitará el grave inconveniente que se presentó durante la revolución francesa, y parece que también en Rusia, de que con las mejores intenciones del mundo el gobierno central dicte órdenes contrarias al espíritu dominante en esta o aquella región, en contraste con los intereses colectivos legítimos de ciertas poblaciones lejanas o de categorías obreras menos favorecidas, etc.
ResponderEliminarSe dice que la dictadura seria la dictadura de una “élite”, pero la dictadura actual de la burguesía ¿no es también la dictadura de una “élite”?
Justísimo, pero la revolución no puede sustituir una “élite” por otra, sino abolirla todas.
Esto explica también el lenguaje de los socialistas autoritarios y dictatoriales cuando acusan de demagogia democrática y pequeño-burguesa a la viva preocupación de los anarquistas por defender la libertad. Sin embargo nosotros compartimos enteramente su hostilidad hacia la democracia burguesa y pequeño-burguesa; y así en nuestra aversión, nos mostramos más coherentes que esos socialistas no aceptando servirnos de las instituciones parlamentarias y administrativas burguesas para nuestras luchas revolucionarias.
La Rusia revolucionaria fue obra mucho más de la libre acción popular que del gobierno bolchevique. La fuerzas obreras y campesinas, aprovechándose, especialmente durante el primer año, de la debilidad de los diversos gobiernos que se sucedieron en el poder, rompieron, pedazo a pedazo, el antiguo régimen trastornando todos los valores sociales, iniciando en vasta escala de expropiación, echando las bases de las nuevas instituciones de producción y de organización, que después el gobierno bolchevique redujo bajo su férreo dominio militarista y dictatorial. Es la libertad, no la dictadura, la que libró a Rusia del zarismo y mantuvo la revolución. La dictadura recogió los frutos simplemente. Aun más: los dispersó y despilfarró.
La revolución libertará de su estrecha cárcel al espíritu de libertad y una vez libre se convertirá en gigante, como el genio de la fábula que un incauto dejó escapar del vaso en que estaba encerrado por la magia. Volver a echarle mano, volver a empequeñecerlo a encerrarlo y a encadenarlo será imposible, aun para esos mismos que contribuyeron a encadenarlo. Especialmente en los países latinos, donde la tendencias anarquistas y rebeldes están tan desarrolladas, donde los anarquistas propiamente dichos tienen como fuerza pública y social una influencia que la revolución de seguro aumentará enormemente, se necesitará, para llegar a constituir un gobierno fuerte, una dictadura como la que figura en el programa bolchevique, o para intentarlo solamente, esfuerzos de tal magnitud que consumirían y agotarían las mejores energías anarquistas y revolucionarias.
Sería una perdida que no tendría compensación. Serian esfuerzos, sacrificios, tiempo y tal vez mucha sangre sustraídos del trabajo libre y tanto más vital de una verdadera reconstrucción de la sociedad humana.