lunes, 26 de agosto de 2013

La hermita de San Benito Abad de La Laguna SDEDE DE UNA COMUNA

 
 
 
     La obra que construyeron nuestros progenitores sigue intacta en el tiempo, un tiempo que arrastra unos cuantos años. Ell@s, nuestros abuelos entendían las cosas de manera muy diferente a como se entiende en nuestros días.  El sentido que emplearon para algo por lo que hoy la mayoría de familias está a la greña, la propiedad de la tierra.
     Puedo imaginar la felicidad de aquellas gentes que lo tenían todo al mismo tiempo que nada era suyo, porque todo era de todo@s.
     Está claro que lo que menos conflicto genera hoy es la herramienta, si dejamos aparte las motorizadas que valen una pasta y que en algunas zonas ya han llegado a acuerdos para mancomunarlas. Entre otras cosas porque se han dado cuenta que una máquina no se amortiza en una pequeña huerta y sí, si es utilizada por el conjunto de labradores que forman una asociación.
     Lo que ya es más difícil es hacer con las tierras lo mismo que con la máquina, de manera que todo sería de todos, claro está, mientras lo trabajan y el rendimiento sería mucho mayor.
     Algo así es lo que hacían nuestros abuelos. Ellos tenían un buen conocimiento de astrología, por la que se guiaban para la siembra y la recolección, y además se agruparon para que sus oportunidades en la lucha con el medio fueran mayores, de manera que cuando alguien perdía la cosecha era  ayudado por el resto del grupo y en el peor de los casos, siempre conseguían los mínimos de producción para poder se alimentar.
     Como todo grupo que pretende la cooperación del conjunto de l@s asociad@s utilizaron la asamblea como herramienta de discusión y acuerdo, para lo cual construyeron sus centros de reuniones como el ejemplo que aparece a continuación:
 
La reproducción de este artículo es fiel cien x cien de lo publicado en el diario El Día en su edición del jueves 22 de agosto de 2013
   Hoy las gentes no creen que estas formas puedan tener éxito alguno y prefieren coger las herencias, herencias por las que continuamente están peleando, y comprarse un piso en la ciudad donde tendrá que trabajar para una multinacional, en el mejor de los casos, o en una PYME (el pistolero de turno) Dirán que me pongo trágico si digo que como es quedó en paro toda la familia, tuvo que vender el piso, por el que le dieron la mitad o menos de lo que la había costado y volver al pueblo donde la tierra espera para trabajarla, porque la tierra nunca estará en paro, pero ahora para una empresa o algún pequeño labrador o, quien sabe, se comerá el dinero que le dieron por el piso.

      Pero, por qué no echar a volar nuestra imaginación: En el pueblo nos enteramos que las cosas en la ciudad estaban yendo muy mal… una gran crisis estaba acabando con todo y con los excedentes de las cosechas se estaba prestando una gran ayuda a las gentes que se quedaron sin trabajo.

     Las asambleas se están reuniendo más a menudo que de costumbre y aunque no se puede socorrer a todos, el apoyo que se está prestando está aliviando un poco la situación. En la última asamblea se acordó que todas las tierras que quedaban disponibles se van a preparar para la próxima campaña de siembra. La propuesta partió del grupo de jubilad@s que se comprometieron a echar una mano, Sin duda, con su experiencia las cosas caminarán mejor.
     Hace tiempo que a los mayores se les perdió en respeto. No me refiero a ese respeto que infunde cariño, que también en algunos casos por suerte lo menos, si no a ese otro que a las personas nos despoja de la tan necesaria auto estima, proliferando frase como: ¿pa qué vale, si ya es viejo?... dejamos de valorar lo más valioso y por el camino vamos perdiendo conocimientos que no hemos dejado que se nos trasmitan, que no hemos dejado a la experiencia y sabiduría de ¡esos viejos! no pudieran trasmitir... porque... ¿Qué sabemos nosotros de astrología!

 

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